Qué caprichosa que es la vida ¿verdad?
Algunos piensan que es la suerte, otros el destino, una coincidencia,
o la decisión de un amargo camino. Las cosas pasan, y nosotros nos
empeñamos en buscarles sentido, un motivo, algo a lo que culpar, un
lugar donde llorar tranquilo. En ocasiones yo misma me pregunto si la
vida es una continua prueba que nos hace sacar lo que llevamos
dentro, si así es la única manera de conocernos a nosotros mismos,
que tal vez viviendo, sea el único modo de seguir adelante, o si por
el contrario, de sólo andar en círculos. Confusión, nostalgia, una
sorpresa o un suspiro, sentimientos que te ponen el bello de punta,
el placer de una leve caricia, la pasión de un beso correspondido.
Miedo frente a la diferencia, ¿por qué
ser como aquellos que parecen sacados de una fabricación en serie?
¿Por qué seguir modas, comportamientos, estilos de vida? ¿Por qué
aparentar? ¿Por qué no ser uno mismo? Es tan difícil la
decisión... ¿seguir los deseos de los demás o los de ti mismo?
Buscar la aceptación, vivir rodeado del mundo, pero a veces ser
igual aburre, porque la diferencia es lo que nos hace libres,
expresar nuestra persona, vivir sin nada que nos aflige.
Tengo claro que la perfección no
existe, ¿y para qué decir que la perfección está en las
imperfecciones de cada uno? ¿Tanto nos duele aceptar la
imperfección? ¿Acaso la vida sería más interesante sin la
superación? ¿Sin intentar ser mejor? ¿Subir cada día un pequeño
escalón de esa escalera que llega a nuestro propio corazón? Yo no
me considero alguien superficial, ni me dejo llevar por la gente, ni
las modas, ni los programas a los que todos están enganchados, no
soy chica de ciudad ni tampoco me llevo bien con toda la gente, y la
verdad, tampoco lo pretendo, ¿para qué intentar ser alguien que ni
yo misma comprendo?