INOCENCIA
¡Ay, dichosa inocencia!
Bendita tú, mundo de permanente
belleza, despreocupación,
sueños y delicadeza.
Hogar para almas soñadoras,
puras, para aquellas en las que
la despreocupación aún dura.
Dichosa infancia, tan lejana y a la vez
tan melancólicamente cercana,
que aún me veo tras la puerta
entornada
en mi sala de juegos bajo la gran
ventana.
Pinceles sucios y ceras gastadas,
todo esparcido en mi mundo
de tan inocencia delicada.
Ver el mundo con curiosidad plena,
preguntar qué es aquello y por qué es
así,
ansia de saber, todo era nuevo para mí.
¡Ay, dichosa inocencia!
¡Mi alma te busca y
no te encuentra!
Me dejaste hace tiempo
sin decir palabra, sin avisar,
dejaste sin vida a mis muñecas,
a mi bola de nieve de cristal.
¡Ay, bendita infancia!
¡Cómo ansío volverte a encontrar!
Aunque sé perfectamente que hace
mucho tiempo que te dejé atrás.
Guarda mis sueños,
mi dulce felicidad,
mis recuerdos y
mi pura ingenuidad.
Guárdalos bajo llave,
no los dejes escapar,
pues yo ya lo hice
al dejarte a ti marchar.
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