Cumpliendo un sueño...

domingo, 2 de marzo de 2014

Ser ciegos a propósito.

Hace poco, una profesora nos hizo pedir algo a Dios y dar gracias. Yo no me considero nada religiosa, bueno, no lo considero porque verdaderamente no lo soy, pero por pedir algo no pasa nada, y por dar gracias tampoco, aunque no tiene por qué ser a Dios, tal vez sea más efectivo darle las gracias a nuestra madre o padre, o tal vez a nuestro hermano mayor, a la vecina, a un profesor, a un amigo. Nos ha tocado vivir en un mundo bastante duro, son tiempos difíciles, por eso creo que más que nunca se necesita algo de humanidad, un parón en esta ajetreada sociedad que nunca descansa, donde el tiempo es dinero; una sociedad llena de avaricia y envidia, una sociedad sin dignidad, donde todas las personas tienen un precio, donde da igual lo que se tenga que hacer por llenar un poco más la cartera, ¿para qué queremos la dignidad? ¿Acaso tener dignidad me favorece en los negocios? ¿A comprar un coche más? ¿A tener una casa en primera fila de playa? La humanidad es así de triste.
Por eso me pareció buena idea pedir algo. Un chico pidió por que su abuelo se pusiera bien, otros pidieron por motivos más o menos similares, y a mi sólo se me pasó una frase por la mente, sólo pedí que el mundo se arreglara. Da pena ver el telediario, donde sólo se anuncian guerras, un mundo que se empobrece para que unos pocos se bañen en dinero, machismo y violencia de género y por intolerancia a los homosexuales, racismo, países con muros a su alrededor, gente pasando hambre, niños sufriendo calamidades, nuevas catástrofes por el cambio climático, menos tolerancia a la libertad de expresión,... En fin, todos sabéis de que hablo, es la misma historia de siempre, nada nuevo, nada cambia, todo sigue en su sitio.
Esa es la verdadera pena, cuando salgo a la calle a veces me da la sensación de que todo es una farsa, de que esa tranquilidad que rodea mi vida es sólo aparente, que todo no es tan sencillo como lo veo. Eso me lleva a la conclusión de que una gran ignorancia envuelve nuestras vidas, pero, ¿yo qué culpa tengo de que la ignorancia sea el saber del hombre? Aparentemente ninguna, o eso a veces quiero creer, que yo no puedo hacer nada para salvar al mundo, que no soy nadie para ni siquiera intentarlo, pero no es verdad, dar la espalda a todo sí que es mezquino, hacer como que no pasa nada, que todo el mundo es feliz, ser ciega a propósito, eso sí que es un delito moral, un delito que nadie ha escrito y que nadie penaliza, pero así es la humanidad, así somos las personas, es así todo de triste.

Por eso, a quien lea mis palabras, no te creas insignificante, todos podemos decidir, actuar según como veamos correcto, todos podemos contribuir a que nuestro planeta sea un poco más humano. Sólo nos hace falta confianza y decisión.
Porque entre todos podemos cambiar el mundo.

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